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El siglo XVIII cubano: ¿Un siglo de crecimiento interno? (página 2)



Partes: 1, 2

No se puede construir un cuadro completo de la
situación si no se tiene en consideración el
esfuerzo que entonces realizó la corona por dar
solución a un viejo problema en cuanto a la
posesión de la tierra; pues todo intento para renovar e
impulsar la economía de la isla tenía que pasar de
una u otra forma por aplicar medidas que limitaran las
atribuciones de los cabildos en cuanto al otorgamiento de
mercedes de tierras, impedimento de cualquier intento
centralizador; de ahí que a partir de 1729 y
posteriormente en 1739 se ratificara el sistema de venta y
composición de tierras; a través de los
procedimientos legales establecidos los cabildos solo
podían disponer de las tierras propias, pero no de las
realengas. Posteriormente, en el año 1754, se
establecieron nuevas disposiciones para la venta y
composición de tierras; pero estas disposiciones surtieron
más efecto en la región de La Habana, no así
en la región central por ejemplo; ello facilitó el
proceso de concentración que tuvo lugar hacia el occidente
y que posibilitaría la expansión de la agricultura
comercial a finales del siglo y de la plantación
esclavista. La hacienda comunera, constituyó un freno al
proceso de movilización de la propiedad agraria, a la
subdivisión interna y hasta la propia explotación
de la tierra. Transitan por tanto a lo largo del siglo XVIII
fuerzas internas que frenan cualquier intento de desarrollo;
estas ubicadas hacia el centro y el oriente que van marcando de
qué lado de la isla se acentúa el atraso; las
oligarquías jurisdiccionales que se aglutinan alrededor de
los cabildos pronto comienzan a diferenciarse de su
homóloga occidental, no ya por el sistema de propiedad o
de producción sino por el componente de ideas que sobre
estas bases se gesta alrededor de ella.

Ya desde finales del siglo XVII aparece una tendencia
que marcará el siglo XVIII hacia el interior de la isla:
"En Remedios, Trinidad, Sancti Spíritus, Puerto
Príncipe, Bayamo y Baracoa, la opción del comercio
oficial era muy débil para propiciar un grupo de
comerciantes que estuvieran comprometidos con algunos de los
intereses del absolutismo"…[4]. Esta
particularidad tendrá diferentes dimensiones según
la región que se trate y los grupos de poder que en cada
una de ellas actúan pues no son "coincidentes" con los que
se gestan hacia el occidente de la isla, sobre todo con el
núcleo habanero; en ello tendría mucho que ver la
política metropolitana hacia la isla de Cuba donde
preferentemente atribuye a La Habana un papel protagónico
en el contexto de las relaciones con las colonias americanas,
papel que se acrecentó durante el siglo XVIII.
Según la Dr. Mary Cruz de Del Pino podía
considerarse a "los camagüeyanos como gentes que no estaban
dispuestos a obedecer más leyes que las suyas propias ni a
reconocer más autoridad que la de su Ayuntamiento y sus
conciencias libérrimas"[5]. Estas
manifestaciones no solo son patrimonio de los camagüeyanos,
en otros lugares de la isla también existían,
poniendo sobre el escenario colonial las diferencias con el
dominio metropolitano representado por el Gobernador de la
isla.

Varias jurisdicciones de la isla se insertan en la
producción tabacalera a lo largo de este siglo, entre
ellas Santa Clara y Remedios, pero al finalizar este no se
aprecia un tránsito hacia una economía azucarera.
En Santa Clara las reticencias de la hacienda comunera impiden
cualquier desenvolvimiento en ese sentido, conllevando un marcado
cierre del mercado interno y un gran retraso en la
economía de la jurisdicción; para ese entonces ya
había desaparecido el cultivo del trigo y muy limitado el
del tabaco; el tipo de economía que imperaba era de
subsistencia; cuando ya en occidente la "producción para
la subsistencia pasa definitivamente a un segundo
plano"[6]. La diferencia de economías va
matizando el escenario de la isla, planteando las zonas de
evolución posterior y las de retraso.

Es importante para este estudio tener en
consideración que:

"…debe pesar en los juicios que examinen sobre la
evolución económica de Cuba en el siglo XVIII en el
cual se abandonan prácticamente todas las explotaciones
creadas y desarrolladas por el primer esfuerzo colonizador
quedando la economía cubana a los dos productos
básicos"[7].

Los esfuerzos que tienen lugar por la
diversificación agrícola hacia 1760, no
fructificaron; no obstante hacia la primera mitad del siglo se
habían sentado las bases para la acumulación de
capitales comerciales, los que se acrecentarían en la
segunda mitad del siglo y darían la posibilidad de un
acelerado desarrollo de la plantación esclavista en la
década del 90. Pero esta tendencia que se abre no
fructificó para el centro oriente de la isla, se enmarca
dentro de los límites occidentales (La Habana). Ya desde
la primera mitad del siglo XVIII se plantea el dilema de un
desarrollo desigual de la isla que definirá la posterior
vida colonial en el siglo XIX, e incluso hasta la del propio
siglo XX. Puede considerarse el siglo XVIII de tránsito y
reajuste de la economía de la colonia a las nuevas
exigencias y posibilidades que en el orden de las relaciones
internacionales se van operando; de consolidación de los
intereses criollos en el contexto del mercado internacional y de
las relaciones específicas con la metrópoli. La
segunda mitad del siglo será definitoria en este
proceso.

La afirmación de que…"el complejo regional
central es el que presenta una evolución más
significativa. Si bien sus cifras absolutas no alcanzan las de
occidente, su desarrollo presenta características
similares"[8]; tiende a crear determinadas
confusiones sobre todo hacia la época en el cual se hace
referencia, al concebir este complejo económico como un
todo; no tiene en consideración que las cuatro villas que
engloban este complejo están en un proceso de
marcedaciones de tierras. Las Villas de Trinidad y Remedios,
ubicadas muy cerca de la costa no gozaron de las posibilidades
comerciales que La Habana, por esa razón recurrieron en
múltiples ocasiones al comercio de contrabando durante
este siglo. La situación de Santa Clara, Villa que
había sido fundada en 1689 era mucho peor con
relación a las antes señaladas; la ganadería
al igual que Sancti Spíritus constituía la fuente
principal de riqueza y dependían fundamentalmente del
comercio de ganado que entonces se enviaba a La Habana; ya hemos
comentado el enclave de la hacienda comunera en Santa Clara como
una distinción que tiene esta jurisdicción que la
distingue del resto y que merece con toda justificación un
estudio particular.

El proceso de colonización hacia el interior en
esta región y sobre todo en la jurisdicción de
Santa Clara justifica el aumento demográfico que se
produce; pero poco o nada se tiene sobre la emigración
hacia este lugar con y después de la toma de La Habana por
los ingleses en 1762, contribuyendo a confundir a no pocos
investigadores con el aumento demográfico que se produce,
atribuyéndose este a factores económicos y no a
otros. Este es un tema que queda pendiente de estudio y
aclaración.

A ello hay que agregar que las cifras que se aportan
sobre ingenios en el país hacia 1780 en la obra de
Leriverend, Historia Económica de Cuba; tienden a
confundir el panorama de la región central:

Monografias.com

Si se tiene en consideración, como la ha tenido
la historiografía en algunos casos y no en otros de
incluir a Puerto Príncipe en la región central, el
cuadro de estudio es bien diferente del que se ha realizado
comúnmente pues superaría la región central
a la de la Habana en 27 ingenios. Al analizar de forma general el
dato expuesto de la región central deja por sentado un
"auge" de la producción azucarera, muy próximo a la
de La Habana; pero no tiene en consideración las
particulares diferencias de la llamada región central
excluyendo a Puerto Príncipe; donde concentra la mayor
cantidad de ingenios hacia la Jurisdicción de Trinidad y
son una rareza en la de Santa Clara. Nuestro criterio es que no
se puede dar por válido o por general lo que es
expresión de una jurisdicción y no del todo, pues
el resto de las jurisdicciones de la región central no
presentan ese desarrollo expansivo.

Los escasos estudios e investigaciones que se han
realizado sobre este complejo central lo engloban de forma
general, no analizando las profundas diferencias que desde este
siglo ya tienen las llamadas "cuatro villas o cuatro lugares". La
tendencia general de desarrollo de la plantación
esclavista de finales de siglo y de la primera mitad del siglo
XIX dejará constancia hasta qué punto el retraso de
esta región no favorecerá su extensión en
algunas de sus zonas, como es el caso de Santa Clara. A esta
confusión debe añadirse la existencia de muy pocos
datos e informaciones, al no ser las que podemos encontrar en las
actas capitulares de los cabildos de esta
región.

Si a principios del siglo XVIII Remedios, Santi
Espíritus y hasta Puerto Príncipe enviaban ganado
hacia la Habana, pronto se incorporó la
jurisdicción de Santa Clara, tránsito obligado en
el traslado de la masa ganadera; la aparición de
Álvarez en la parte occidental de esta última
jurisdicción vino a ser el lugar obligado de
estadía en el recorrido de los lotes del ganado vacuno;
hacia este lugar también concurrieron los llamados
ganaderos "aventureros". Esta actividad comercial y el trasiego
fueron permanentes durante todo el siglo XVIII.

Existen evidencias en las Actas Capitulares del Cabildo
de Santa Clara que la minería ocupó una relativa
importancia, sobre todo en Las Malezas y hacia el Escambray, pero
su existencia parece ser efímera pues hacia los finales
del siglo, no afloran asuntos relacionados con la
explotación minera.

Lo que el Código Civil Español del siglo
XIX llamó como Haciendas Municipales; contemplaba a las
regiones o provincias españolas y no habían
renacido estas haciendas a los modernos sistemas administrativos
de la época; en el caso de las colonias la
situación de los gobiernos locales era muchas veces
más atrasado; a ello se pudiera agregar que:

"…las mejores fuentes de tributación se
las reservaba para el Estado y que las leyes imponen ä los
Municipios cargas como los gastos carcelarios, de quintas, de
primera enseñanza y otros que en rigor debieran ser
sufragados por aquél, se comprenderá
fácilmente que la deplorable situación de las
haciendas locales se debe en gran parte al Estado mismo, por el
equivocado uso que hace de sus funciones tuitivas, que tal como
se ejercen constituyen más bien un abominable absolutismo
administrativo que perpetúa casi todos los males que
acarreó á las Corporaciones populares el
absolutismo político iniciado en los siglos XV y
XVI,…" [9]

De modo que lo reconocido no es más que lo
acrecentado en América; de ahí la distorsión
en todo el sistema de propiedad sobre la tierra que
enturbió el panorama de la Isla de Cuba durante el
período colonial y; en lo tocante al siglo XVIII es
perfectamente ajustado, pues hacia el interior de ella no se
operaron transformaciones que condujeran a una
evolución.

Hacia la segunda mitad de la centuria; "desde 1764 hasta
1790, según Humbolt, a quien sigue Saco, se introdujeron
unos 33,409 siervos africanos"[10]. Estos "lotes"
humanos se destinan hacia la zona de mayor dependencia de mano de
obra y donde el auge de la naciente plantación demanda;
por ello es la Habana la mayor consumidora y tendrá a
recaudo la concertación de contratas con
compañías, sociedades y casa extranjeras dedicadas
a la trata, sobre todo francesa e inglesa y; después de
creada la Real Compañía de Comercio de La Habana
(1839), asumirá un papel rector clave en la Isla.
Según Leriverent, "Cuba había carecido de una
provisión de esclavos que contribuyera a asegurar su
desarrollo. Tal es la explicación que se da al retraso
observado en la colonia hasta el siglo XVIII"[11];
sobre esta importante conclusión pudieran objetarse varios
argumentos:

  • La producción azucarera en la isla de Cuba se
    encuentra enmarcada hacia la zona de La Habana; no ha
    rebasado más de 30 leguas hacia el este durante la
    primera mitad del siglo XVIII; lo cual no constituye en
    ningún modo una dependencia excesiva pues las
    demás alternativas económicas no necesitan de
    alta inversión de mano de obra.

  • La disolución de las haciendas y la
    especialización de la agricultura comercial de mercado
    transitan por un período relativamente largo. La
    expansión que se produce a mediados y finales del
    siglo, determinarán modificaciones que
    contribuirán a las necesidades productivas del
    momento, nunca más allá de lo no necesario y
    preferente para los intereses de la
    metrópoli.

  • Al arribar el siglo y durante casi su totalidad,
    Cuba asiste a un mercado exportador de azúcares
    distribuido; que le brinda pocas posibilidades en cifras
    netas exportables y en condiciones desfavorable en cuanto a
    los precios fijados por otros productores. Por ello el
    mercado internacional no constituye un estímulo de
    fuerza capaz de dar un gran impulso.

  • Muchas de las compras de negros esclavos no se
    asentaron sobre la base de transacciones en dinero; se
    recurrió al cambio entre mercancías pues se
    carecía de capitales. También se acudió
    al préstamo como forma de poder obtener la mano de
    obra; un ejemplo de este tipo de operaciones lo
    constituyó los realizados por la Real
    Compañía de Comercio de La Habana, sobre todo
    con tratistas jamaicanos. De ninguna manera la isla estaba
    preparada pues no tenía las fuentes de ingresos para
    las fuertes inversiones en la compra de esclavos.

  • Lo que resulta ser necesario en La Habana no lo
    suele ser por su dimensión para el resto de la isla;
    esta necesidad era de primer orden para los hacendados de La
    Habana, no así en Remedios, Puerto Príncipe o
    Bayamo por ejemplo.

  • Por último, las preferencias de la
    metrópoli son más de ensayos que de vitalidad;
    este cambio se operará en la segunda mitad del siglo y
    sobre todo hacia la década del 90, cuando importantes
    acontecimientos determinan concepciones y políticas
    hacia la expansión acelerada de la plantación
    esclavista.

Se ha afirmado que "Cuba, pues careció de
esclavos, en parte, porque no los necesitaba"[12];
en tal caso existen evidencias históricas que prueban que
sí existía la necesidad de mano de obra esclava
para diferentes fines, que no son solo los relacionados a
producción de azúcar o los de la propia
plantación en pleno auge. Existieron intentos
"independientes" de operaciones de compras de negros esclavos
hacia el interior de la isla que fracasaron por la carencia del
capital de inversión para una operación tan costosa
para la época; aún cuando se buscó la
concertación de grupos de hacendados para este tipo de
transacción. En estos fracasos no sólo influyeron
los problemas financieros: están presente la falta de
organización comercial y, hasta los propios
geográficos.

Tienden a liberarse determinadas ataduras que corroboran
todo lo hasta aquí expresado en beneficio de la isla, pero
aplicadas en un orden gradual a tono con la evolución que
se produce a partir de la década del 60 del siglo, entre
ellas pudieran citarse:

  • Real Cédula de 3 de Octubre de 1762;
    autorizaba la reexportación de un puerto a otro de
    América; se eximía el pago del Almojarifazgo.
    Su único graven era sobre el 5 % de impuesto; abriendo
    la puerta al comercio inter colonial.

  • Real Cédula de 26 de Octubre de de 1763 que
    autorizaba a comprar víveres en las colonias
    extranjeras; en caso de necesidad extrema.

  • Legislación llamada del "comercio libre" de
    16 de Octubre de 1765; a través de ella se
    extendía el comercio en América a todas las
    provincias de España.

  • Entre 1777 y 1778; se autoriza el comercio libre con
    los buques norteamericanos.

  • El 12 de Octubre de 1778; se dio a conocer el
    Reglamento de Comercio Libre.

  • Real Cédula de 25 de enero de 1780.
    Autorizaba a los colonos a comprar esclavos en las colonias
    francesas.

  • Real Cédula de 8 de abril de 1778
    estableciendo la coartación (por su importancia y
    significación merece una atención especial que
    no es el objetivo de este trabajo).

  • Real Cédula de 28 de febrero de 1789.
    Estableció la libertad de importación de
    esclavos; ésta sólo aplicada a Cuba, Puerto
    Rico y Santo Domingo.

Aún dentro de una estructura colonial de
dependencia de Cuba hacia España; se dan determinadas
condiciones como las señaladas para una evolución
diferente-además de existir otras-no se suprime la
condición importadora que presenta la isla a finales del
siglo XVIII; la dependencia de dos o tres productos de
exportación provocó una relación
desfavorable en la balanza comercial y acrecentó la
dependencia económica no ya de España, sino de
otros países extranjeros; tendencia que gradualmente se
fue incrementando a finales del siglo, dejándolo como
herencia perniciosa para los demás por venir.

Más, el cuestionamiento es, si ¿la
plantación esclavista la podemos considerar como un paso
revolucionador para la isla de Cuba?

En consideración a la propuesta de título
del trabajo y a la tesis propuesta; me llevan a considerar que no
constituyó una vía viable de solución
porque:

  • Aunque introdujo indudablemente las relaciones
    capitalistas en la agricultura al ser esta de tipo comercial
    no se zafó nunca de las trabas de la esclavitud;
    imposibilitando un desarrollo de las fuerzas productivas. Al
    erigir un patrón de economía deformada,
    frenó el desarrollo de las relaciones
    capitalistas.

  • Las relaciones comerciales internacionales
    establecidas en la segunda mitad del siglo XVIII-incluso
    antes-por la isla de Cuba gozaron de la exclusividad de estar
    concentras en La Habana; ninguna otra región de la
    Isla pudo ni siquiera acercarse al trasiego mercantil que
    esta tenía, ni de los beneficios reportados, pues la
    política colonial nunca tuvo en cuenta un desarrollo
    alternativo para otras regiones de Cuba. Por otro lado no se
    puede de ninguna manera fundamentar la existencia de una red
    comercial hacia el interior, pues carecería de todo
    fundamento.

  • Los procesos de manumisión y
    coartación de esclavos se vieron drásticamente
    frenados con el auge de la plantación esclavista desde
    finales del siglo XVIII.

  • La Plantación creo un tipo de
    burguesía "especial" que tiene su origen en la segunda
    mitad-incluso antes- del siglo XVIII de corte esclavista
    apartada de todo compromiso e interés de tipo
    nacionalista que no asimiló el proceso
    "revolucionador" de la Guerra de Independencia de los Estados
    Unidos; y no es mucho pedir, pues la oligarquía
    criolla del 90, optó por la reforma y no por una
    vía capitalista de desarrollo, lo cual no implicaba
    forzosamente algún tipo de ruptura con España.
    Ello puede traer a colisión múltiples debates y
    hasta estudios específicos para el futuro sobre el
    tema.

  • Lo que parece más importantes es que la
    plantación desde el siglo XVIII dividió la Isla
    de Cuba en dos, no en el orden político
    administrativo-asunto muy cuestionable también-sino en
    cuento a posibilidades de evolución; determinando en
    sus rasgos esenciales un occidente cubano y un centro oriente
    bien diferente. El primero expansivo, relleno de opulencia,
    pero remiso al cambio; el segundo-salvo algunas
    zonas-también relleno, pero de atraso.

  • Si se cuestiona ¿que la segunda mitad del
    siglo XVIII revoluciona la isla de Cuba ante el pasado
    colonial?, la respuesta sería sí, ¿que
    estos cambios absorben a la isla?, la respuesta sería
    no. Los vacios que existen en los estudios coloniales sobre
    el siglo XVIII y los "excesivos" estudios del occidente
    cubano no dejan otra opción. La herencia de la segunda
    mitad del XVIII-plantación esclavista-quedarían
    como pesado fardo para el "opulento" XIX; que a la postre le
    pondría fin.

El capital fomentado sobre la base del comercio y en
gran medida también por la usura ya existía en La
Habana; pero no ocurrió así para el resto de la
isla. Las formas de financiamiento (por mercedes de tierras y
censos), no crearon tampoco los capitales indispensables como
para brindar una evolución favorable en las regiones
más alejadas del centro comercial principal. Si de algo
adoleció Cuba durante el siglo XVIII fue del dinero
necesario para acometer proyectos de envergadura. Cuba "desde
1776 había recibido 108,150, 504
pesos"[13]; pero estos ni alcanzaron para poder
cubrir las exportaciones; dependiendo de muy pocos productos para
exportar; por estas razones cualquier aumento posterior y sobre
todo a finales del siglo del capital comercial, no hizo otra cosa
que dimensionar la agricultura de subsistencia.

Francisco de Arango y Parreño deja sentado en su
"Discurso sobre la Agricultura en la Habana y modos de
fomentarla"; las causas del deterioro de la Isla de Cuba; las
razones por las cuales La Habana llegó a ocupar una
posición de ventaja con relación al resto de las
regiones; brindando genialmente las dos soluciones fundamentales
para ese momento: libertad de comercio y diversificación
agrícola.

Tal es el cuadro apretado del siglo XVIII para la isla.
Dejamos para el cierre-como anexo- un informe de Diego De Sedano,
asesor de la Intendencia de Hacienda rendido en 1807 al
Marqués de Someruelo sobre la situación de la isla.
Las referencias del mismo a la problemática de Cuba
durante la segunda mitad y sobre todo a finales de la
última década, dejan bien a las claras que la
llamada "década de oro" se logró muy azarosamente;
no exenta de grandes escollos; exponiendo crueles realidades
económicas para la isla al concluir el siglo.

Bibliografía

Documentos para la Historia de Cuba. Editorial de
Ciencias Sociales. La Habana, 1971. Hortensia Pichardo

Historia Económica de Cuba. Julio Leriverend.
I.C.L. Editorial Pueblo y Educación. La Habana.

Historia de la colonia. Evolución
socioeconómica y formación nacional. De los
orígenes hasta 1868.María del Carmen Barcia, Gloria
García y Eduardo Torres Cuevas. Editora Política.
La Habana

Camagüey (Biografía de una Provincia).
Academia de Historia de Cuba. Mary Cruz de Del Pino. La
Habana

Boletín del Archivo Nacional Publicación
Bimestral. Tomo XLVI. Enero-diciembre. La Habana 1948.

Boletín del Archivo Nacional. Publicación
Bimestral. Enero-diciembre. Tomo LV. La Habana 1957.

Teoría y Método en la Historia Regional.
Editorial Capiro, 1994. Hernán Venega Delgado.

Historia de Cuba, 1492-1898. Editorial Pueblo y
Educación. La Habana, 2001. Eduardo Torres Cuevas-Oscar
Loyola Vega.

Manual de Historia de Cuba. Editorial de Ciencias
Sociales. La Habana. 1971. Ramiro Guerra.

Haciendas Comuneras. Imprenta y Papelería de
Rambla, Bonza y Cia. La Habana 1914. Celorio Alfonso
B.

Historia de Santa Clara y su Jurisdicción.
Imprenta La Ristra. Santa Clara. 1858. Manuel Dionisio
González

Tomo VI de las Actas Capitulares del Cabildo de Santa
Clara.

Tomo VII de las Actas Capitulares del Cabildo de Santa
Clara.

Tomo VIII de las Actas Capitulares del Cabildo de Santa
Clara.

Enciclopedia Jurídica Española. Francisco
Seix, Editor. Barcelona. España. 1910.

El Cabildo de Santa Clara, 1689-1800. Carlos S. Coll
Ruiz.

Anexo

En Oficio de 9 del próximo mes pasado se sirve
V:S: proponerme dos preguntas, dimanadas de la Junta Consular,
pidiéndome mi dictamen con toda la instrucción que
yo creyese oportuna, en la materia; y habiéndolas
examinado, siento mucho que no sean del genero de mis tales
quales conocimientos facultatibos, ni objeto de mis observaciones
mas ordinarias y frecuentes, al paso que su respuesta, si
há de ser ajustada, exige cierto caudal y exactitud de
datos que yo no tengo, ni me es fácil adquirir de pronto.
Pero sin embargo, deseando concurrir en algún modo
á los importantes de V.S. y de la Junta, diré lo
que por mayor hé podido comprender, y lo que me parece en
ambos particulares.

1era pregunta.

Por la primera de estas dos preguntas se trata de
averiguar "si és cierto que (desde el año de 1790)
han aumentado portentosamente el interés del dinero, el
precio de los salarios, de los negros y demás
artículos que se necesitan para sostener los
Ingenios".

Mi opinión es que se debe responder
afirmativamente: pero las pruebas de los hechos, ni son una misma
clase, ni hay la misma facilidad de exponerlas.

El precio de los negros, salarios y demás
necesario para el entretenimiento de los Ingenios se puede
reducir á cuenta palmaria por los libros de los
mercaderes, y de las casas hacendadas, donde se hallará la
historia del progresivo aumento con que se ha hecho las compras,
sin mas diferencia que la que resulte del modo de ajustar esta
cuenta: por que acaso los propietarios dirán, que en el
año de 90, y aun después, compravan una Yunta de
bueyes por 70 . pesos y representaban entonces 35 arrobas de
azúcar blanco á 16 reales, y que
necesitándose ahora para equivalente de 120 pesos 74
arrobas del mismo blanco á 13 reales(tomando un precio
medio entre los que han corrido en estos últimos
años); se deduce que en el día cuesta á los
hacendados cada Yunta nó el 70 p %más, si no todo
lo que vá de 35 arrobas á 74 que viene á ser
un quebranto como de 111 p % ; siendo de notar que no incluyo el
mayor costo que en los otros artículos les há
tendido la cosecha, elevoración de ese azúcar
respecto de aquel tiempo; y que supongo también que hayan
vendido al precio corriente, quando es tan notorio que apenas una
quarta parte de ellos dejan de sacrificar su fruto á la
necesidad de las anticipaciones, ó refacciones.

Todo bien considerado, calculo yó, sobre los
informes que hé tomado, y lo que por mí hé
podido ver, que estos costos unos con otros (y prescindiendo
de la diferencia de precios corrientes del azúcar) han
crecido desde el año de 90 un 50 p % á lo
menos
.

En quanto á la subida portentosa del
interés del dinero en el Pais donde las leyes civiles y
religiosas parece que absolutamente lo coartan al 5 y 6 p %,
yá se deja conocer el espíritu de esta pregunta
nada vulgar, y que V. S. la propone con pleno conocimiento de la
genuina inteligencia de esas leyes, y de que entre las diversas
acepciones a la palabra usura y las especies de ésta en
todos los sentidos, hay una que en el quánto admite
lícitamente la misma variedad que les permutas, comparas y
ventas de todo genero; y que no pudiendo quitar á la
moneda metálica su atributo o qualidad de
mercadería, se nivela por el movimiento y peso que en el
orden natural del Comercio altera y fixa irresistiblemente el
equilibrio de su valanza.

Estos principios, aunque harto propagados en el
día, quizás no son de los mas familiares entre
nosotros; y de aquí es que únos por
escrúpulo que les nace de su propia confusión de
ideas, y otros por temor de caer entre Casuistas ó Jueces
que tampoco las tengan muy claras, se abstienen de todo
préstamo de dinero siempre que el interés legal de
5 ó 6 p % es báxo en comparación de las
demás negociaciones, ó inversiones mas lucrativas
que se presentan: de que resulta que siendo aquí lo
regular tener mayor rendimiento el numerario en otros empleos,
rarísimas veces se ven prestamos á
interés; pero se sostituyen con otros contratos en que
aquellos se desfiguran de manera que cambian, sino de esencia,
á lo menos la forma y de nombre; y bien que no por eso
encierran siempre la usura reprobada, déxan si en
incertidumbre el punto fixo del premio corriente del
dinero
.

En las Plazas donde franca y públicamente se
estipulan estos premios mayores ó menores según lo
que el tiempo ofrece, se podrían determinar sus grados y
responder con gran facilidad á igual pregunta que la de
V.S.; `por que el agio en los varios cambios, el corriente de los
descuentos, y mas que todo los instrumentos que por
empréstitos pasan ante los Corredores y Notarios, designan
la subida ó baxada del interés; que és lo
mismo que decir la abundancia ó rareza de numerario,
generalmente hablando, y á excepción de los casos y
lugares en que la una circulación muy rápida no
dexa sentir inmediatamente la falta; ó donde el
crédito público sosteniendo el curso de signo sin
valor intrínseco, suple á veces por los metales que
ellos representan. Pero en esta Isla en que no hay esos
barómetros, es menester para encontrar el grado del
interés recurrir á otras observaciones, y seguir en
todos los rodeos y tortuosidades las excogidas sendas de las
demás negoces que por desgracia de la agricultura y del
comercio, reemplazan los simples provechosos prestamos; cuya
falta, si en todas partes seria recibida, en esta Isla
especialmente há causado y sigue causando extragos que yo
no encuentro voces para ponderarlos en la magnitud que los
concibo. En élla, repito, no hay por esto una regla segura
para medir el alza ó baxa del interés; si bien no
faltan rastros que aunque no con tanta puntualidad, denotan su
marcha y alteraciones.

Que la rareza de numerario hace subir su
estimación, y por consiguiente su interés en
proposición no solo cierta en gral, como hé dicho,
sino que por no admitir excepción para esta Isla, la puedo
dar por supuesto; y el hecho de que hay ó debe haber en
élla esta rareza de moneda, es otra verdad que se puede
convencer por enumeración de partes. Aquí no
tenemos minas, ni casa de moneda, ni bancos, ni cambio
establecido, que merezca llamarse tál, con los
extranjeros, ni con la Metrópoly, ni con las Colonias
hermanas. El dinero nos viene del Continente de nuestras
Américas, yá por los varios situados, yá
para comprar otros y yá por la escala de que se suelen,
extornar algunas cantidades y todos estos manantiales
están casi enteramente cerrados de quatro años
á esta parte, por lo menos.

Para solo las Tesorerías de Exercito, Marina y
Tavacos en el mismo corto espacio, tengo entendido que han dejado
de entrar al pie de 13 millones de pesos, si se agrega lo que de
Lima, Santa Feé y otras partes del mismo Continente solia
recibirse en dhas. Tesorerias, y lo mucho que de allá, y
especialmente de Nva. España, se embiaba por particulares;
se hallará que estas solas y cuantiosas faltas
bastarían para probar la escasez de numerario; tanto
más, que mientras por un lado no éntra, por otros
continúa en salir como siempre y en mucho mayores
cantidades.

Es verdad que no hay remesas directas de dinero á
España; pero quando han sido considerables las de
aquí? Y por compensación muy excesiva no es bien
constante que han sacado y sacan mas crecidas sumas los neutrales
por la Aduana y por alto? En los solo quatro primeros meses
del año 802, después que se recibió
acá la noticia de la paz ultima, extrajeron en rexistros
los Americanos tres millones y medios de pesos
. El
contrabando ordinario de moneda no solo no há cesado sino
que és de creer que hán ido en incremento

á proporción que apocándose nuestros pesos
fuertes en Europa han crecido en valor como masa principal de las
especies que allá circulan y como mercancía tan
necesaria para el comercio de Oriente y de las escalas de
Levante; avivándose asi los estimulos para adquirirlos por
las vías clandestinas en nuestras Américas. Y
efectivamente V.S. mismo en causas sobre represalias y por otros
indicantes ha observado los vestigios de extracciones
fraudulentas de nueva invención.

Los contratos entre hacendados y comerciantes ó
capitalistas por los suplementos que aquellos reciben de
éstos, es necesario que se resientan de la abundancia
ó escasez del dinero, y que sean otros los síntomas
de lo que por ello sube ó baxa su interés; pero
sería prolixo entrar en esta investigación. Baste
decir por cosa notoria que hasta el año de 98 estos
contratos solian envolver un quebranto de 30 p % 40 y aun
más contra el labrador, sin qué el emprestador,
ó refaccionista lucrase siempre en la misma
proporción que aquel perdia. Desde el año 98 epoca
del mayor furor(que asi puede llamarse) de fundar Ingenios, se
introdujo una especie de estipulaciones, que su misma
exorbitancia no las permitió durar sino hasta 802 ó
poco más. A la caída de estos contratos no
dejaron de subsistir y continuarse los anteriores yá
enunciados; y habiendo llegado el caso de que un año tras
otro los precios venales del azúcar no han costeado
siquiera á los propietarios, no les queda sacrificio que
hacer con el refaccionista, ni hay arbitrio de hallar suplemento
por estas razones y por ótras
que darén
después: Y véa V.S. cómo, a lo menos para
los labradores de azúcar há llegado á una
extremidad de escasez de dinero y la subida de su
interés.

No és preciso, como sábe V.S. que la falta
venga á ser total. Basta que el numerario, este
vehículo de la propiedad de un País, no se tenga en
cierta proporción para que el interés alze,. Y las
culturas y el trafico caigan y asi és que aunque no
hubiesen dejado de entrar en esta Isla las mismas cantidades que
eran ordinarias en otro tiempo, ni salido mas que entonces,
verificaría la rareza de ellas con todos sus efectos; por
que el aumento crecidísimo de población, de
establecimientos rurales, y de producciones exportables,
requieren tambien una mayor masa circulante de moneda de modo,
que siendo ésta hoy, como es preciso que lo sea, mucho
menor que antes de dhos. acrecentamientos, es visto hasta que
punto se redoblan los motivos de echarse de menos, y de haberse
encarecido.

La convención privada con que aquí corrian
las onzas de oro á 17 pesos fue adoptada por la Tesoreria
de Exercito, y algún dia se mostraran en toda su
extensión los incombenientes, que ya asoman, de esta
medida. Entre tanto, como ningún mal es absoluto, sucede
que éste nos há producido el bien no solo de
conservarnos algún poco de dicho metal, sino de atraernos
otro poco que introduce el extranjero por especulación;
sin cuya casualidad, y otras que han mitigado el daño, no
es ponderable en mi juicio el apuro en que se hallaría
esta tierra. Pero témo si las circunstancias se prolongan
que esa corta porción de onzas que teníamos, y las
que le hemos comprado á 17 pesos , no tardaremos en
dárselas, ni él extraerlas á 15 ps. y un
pico, ó baxo de condiciones que iquivalgan á esta
rebaja.

Es bien publico que la plata dificultosamente se
encuentra, ni aun para el menudeo y gasto diario: que entre
nosotros mismo pierden yá las poquísimas onzas que
se logran cambiar con respecto á ésta escasez de
numerario hace muchos meses que los Juzgados Ordinarios no suelen
decretar ejecuciones contra las personas de los deudores
; que
la Real Hacienda por la misma razón lleva con suavidad sus
cobranzas no solo de consentimiento, sino á peticion
Fiscal; que la Intendencia gral. Necesitada de dinero no
há conseguido sino 16 000 pesos desde 5 de Noviembre de
804 en que abrió su empréstito, no obstante el
extraordinario premio de un 10 % que esto unido á la
desconfianza y longitud de la plaza que se notan en las
negociaciones todas, y á una cierta suspensión
ó lentitud de pagamentos así por las Caxas Rs. Como
pr. Los particulares, casi presenta el aspecto de una bancarrota
universal y de todo colijo que sin ponderación `puede
asegurarse, qe. Habiendo enrarecido tanto el dinero há
subido portentosamente su interés.

2da pregunta

La segunda pregunta, que también se
puede considerar en dos partes, se reduce á saber "si
lexos de continuar el empeño de qe. (después del
mismo año de 90) se fomentó casi repentinamente el
ramo de azúcar, hace algunos años qe. Ha cesado
enteramente la fundación de nuevos Ingenios, y aun se
demuelen los mas antiguos".

La época mas brillante y feliz para
la agricultura de esta Isla, después de su
pacificación, empezó con corta diferencia en el
citado año de 1790; y el ramo del azúcar es el que
mas se há cultivado y engrandecido. El forma la principal
riqueza del Pais; y á su lado son todavía de corta
entidad los demás frutos, no digo de exportación,
pero ni aun de consumo. Aquí por un orden inverso y
dessemejante al de la Metropoly y al resto de nuestras grandes
colonias, se há desatendido lo necesario pr. Fomentar
lo útil; quiero decir, que se cultivan de preferencia de
exportación y se traen de ultramar aun los de primera
necesidad para la vida
; imitándose también en
esto á las colonias extranjeras vecinas por un principio
que no admite mudanza mientras dictáre la ley el
interés como móvil que naturalmente conduce
á lo que mas cuenta tiene.

Esta preciosa Isla, injustamente
desatendida en otros tiempos, recibió un gran fomento con
los muchos millones de pesos efectivos que en élla, y
especialmente en la Havana, se derramaron para fortificarla. En
susPuertos, se hizo tambien desde 1765 uno de los primeros
ensayos del comercio libre á las Indias, que fue otro
empuje no pequeño á su propiedad; pero con todo, el
progreso era lento. Los negros se tenían por medio de
contratas con extranjeros; y la ultima con la casa de Backer y
Dawssn de Liwerpooll parecía hecha y dirigida mas bien por
la torcida política del Gavinete Ingles que por la
sencilla especulación de unos negociantes; pues al paso
que estipularon los esclavos al mas baxo precio, se apoderaron de
este arbitrio seguro de mantener el languidez nuestra
agricultura; e eran tan pocas y escasas sus armazones,
subministrándonos gota á gota este refuerzo de
brazos trabajadores, apenas nos traian los precisos para
reemplazar los nuestros.

La Real Cedula de 28 de febrero de 1789(digna de las
bendiciones de todo buen Español) rompió esta cruel
barrera; y la franquicia que nos concedió se puede mirar
como el principal y mas durable impulso entre los que há
recibido succesivo grande adelantamiento de esta Agricultura.
Siguiose la revolución de la Francia, y á ella la
destrucción de sus Ingenios de Azucar en las Antillas; por
consequencia de la qual alzó aquí el valor de
nuestro mas de un 100 p % cuya enorme ganancia concurriendo con
la facilidad de adquirir negros, tierras y demás
necesario, excitó un empeño, y una emulacion por
fundar Ingenios que como yá quéda insinuado, mas
bien debían llamarse furor; pues que los emprendedores sin
examinar las causas, ni calcular su duración, no reparaban
en gastos ni en distancias, ni en precios; y con eso se alteraron
grandemente los que de muchos años atrás eran
establecidos y ordinarios, aun en los artículos de uso y
necesidad común; al paso mismo que introduciéndose
un cierto luxo del extranjero en estos predios, y adoptandose
igualmente sus inventos, sólo el renglón de sus
maquinas, ó de la mano de obra de sus maquinistas,
absorvía unos capitales que en otro tiempo hubieran
bastado para todo el establecimiento.

Bien sabido és cómo acaeció que en
cosa de tres ó quatro años se viese lléno el
vacio de azúcar cuando por la revolución francesa,
y como desaparecieron las crecidas ganancias para nuestros
cosecheros; quedando los precios aunque todavía un poco
superiores á los corrientes antiguos muy rebaxados
respecto á los modernos; de modo que puede decirse que
ninguno, ó muy raro de los nuevos plantadores de Ingenios
de esta Isla, llegan á disfrutar aquellas grandes ventajas
pasageras, siendo asi que habían sufrido todos los graves
inconvenientes de las simultaneas y repentina multitud de sus
empresas aceleradas, en un Pais aislado por la naturaleza, por
nuestra constitución y por la guerra.

La ilusión que había deslumbrado á
tantos emprendedores, empezó á desvanecerse pero
que sea que no todos los que sentían ya el daño
conociesen su verdadero origen, sea que les animase la esperanza
de que renacieran los buenos tiempos, ó sea que eran
muchos los que yá no podían retroceder por muy
empeñados en sus plantaciones de azúcar, lo cierto
és que éllas continuaron mucho mas que la buena
ocasión de que tomaron su arranque; y las resultas fueron
consiguientes. Aquel corto exceso de precio sobre el corriente
antiguo, ni fue siempre constante, ni compensaba la desmesurada
carestia general, asi lo aprovechaban sino los muy pudientes, que
eran pocos; y el dia llegó, como era forzoso, de un casi
universal arrepentimiento y de un desmayo trascendental aun
á los poseedores de los antiguos Ingenios.

En este estado parecía regular que los precios de
las cosas por si mismos se repusiesen á su primitivo nivel
pero además de que sabe V.S. con quanta facilidad pasa
á ser costumbre la subida de los de esta clase, quan
dificultoso tardido és que vuelvan á baxar;
sucedió en nuestro caso que contemporáneamente se
introdujo el cultivo de café; y aunque este grano
había sentido en las Colonias francesas la misma
catástrofe que el azúcar, su falta en Europa no se
reparó tan pronto, ni aun á estas horas se
há reparado, séase por que las cosechas actuales no
lo cubren, ó por que se propaga su úso y crece su
consumo. El subido valor que conserva y mil proporciones y
comodides que hacen por ahora preferible su cultura á la
del azúcar para todos en general, y que en adelante y
siempre, la harán mas practicable para el mayor numero,
que es el de los pegujaleros; han fomentado este ramo
considerablemente con respecto al corto tiempo de su
introducción; y entre tanto que apresuradamente camina
á competir con el de la caña, estas nuevas
plantaciones (en que hay casi tanto ardor como hubo en
aquéllas) juntamente con otras contingencias notorias que
omito referir, han mantenido altos los precios de todo, y han
contribuido á que las tierras cuesten tres tantos mas que
en 1790.

Así es como en estos 16 años el ramo del
azúcar ha crecido en solo el Obispado de la Havana la gran
diferencia de 172 Ingenios á 416 por la noticia que se me
ha dado; sin contar la mayor opulencia de los modernos, y
mejoramiento de los primitivos; asi es como há llegado
yá á una decadencia y á un estado que
amenaza en mi juicio mayor y muy próximo abatimiento, y
asi es también como se verifica por la afirmativa la
primera parte de la segunda pregunta de V.S.-

Por lo que hace á la cesación de nuevos
Ingenios con este motivo, y demolicion de algunos antiguos, tengo
por cierto lo primero con la opinión publica; y aunque no
hé podido puntualizar el numero de los segundos, se me
há informado, y me consta la demolición, no solo de
algunos de los viejos, sino de los que en clase de sitio nuevo,
muy sembrado de caña y con los materiales acopiados para
fabricar, consistía yá en poco que llegase á
moler. Pero para mi dictamen y para el designio de la Junta
consular no creo que se necesite de tanta exactitud de hechos una
vez que se tiene la moral certeza de que asi debe ser infalible,
y prontamente, aun quando yá no se hubiese realizado; y
una vez que hay toda evidencia del atraso y falencia en que se
han declarado varios de los mas quantiosos
propietarios.

Preciso es que cése, ó se disminuya por
parte de éstos el cultivo de la caña; y que otros
muchos aburran un ramo que no les ofrece sino quebrantos
actuales, y malísimas esperanzas. ¿Qué les
queda que hacer en breve á los que arrastrados de la
común persuasión se fueron a situar donde hallaron
tierras vírgenes, y hoy se encuentran á tres
ó mas jornadas carreteras de mal camino; en el desembolso
ó con la deuda de un enorme capital que nada les rinde;
recargados con el aumento de los gastos y perdidas comunes; y en
su particular reagravados con los portes y mermas de quanto
remeten a sus fundos, forzados á derramar sus miles, y en
fin, reducidos á pagar por solo el acarreo de sus azucares
un 18 ó 20 p % del valor principal de éstos,
según el corriente del dia; sin poderse ya sostener
más, ni encontrar quien les sostenga, por que no se
vé el termino á este tiempo?

Se dira acaso que estas calamidades, sin remedios por
ahora, se acabarán con la guerra; pero yo no lo concibo
asi; y antes bien creo que no dejará de continuar un mal
en que influyen otras causas de mas permanente duración.
Algunas dejo ya indicadas, y además es sabido que el
presente están á nivel las cosechas con las
necesidades de Europa. Esto que es un grande obstáculo
á nuestros ulteriores aumentos en la caña, nos
prepara por otra parte un menoscabo cierto. La Madre patria no
basta yá ni con mucho para consumir nuestros azucares;
nosotros no podemos concurrir con los extranjeros en sus plazas
por las grandes ventajas que nos llevan en el alivio de costos y
travas; y tampoco tenemos probalidad de mejorar de precios; por
que en lo qe. compramos sostienen las multiplicadas plantaciones
de café y otros acaecimientos; y en el azúcar que
se venda subiría su valor quando mucho á la
anterior proporción de 12 y 16 ó poco más
que hoy ó no sufraga para los gastos, ó no
és el precio necesario.

La Havana y sus contornos se puede decir que es toda
la Isla de Cuba en cuanto á labranza, riqueza y
comercio
. Las culturas de ella se han avanzado algo mas de 20
leguas á sotavento; y no está en nuestra mano, ni
en la del Gobierno, ni en el orden de esta Colonia que se formen
ciudades ó Plazas de Comercio de trecho en trecho y en la
oportunidad misma en lo que necesitasen las plantaciones lejanas
de aquí. Aunque hubiese las tales Ciudades
sucedería como en Matanzas que a pesar de su sobresaliente
posición local y de la habilitación de su Puerto,
pasaran todavía dilatados años primero que venga
á sér el centro de las plantaciones de sus
alrededor, y primero que dege de preferirse el de este mercado
aun á triple distancia; por que tal es la fuerza atractiva
que tienen la costumbre, las antiguas relaciones, y las mayores
comodidades, verdaderas o imaginadas.

No podremos en efecto sostener la concurrencia de
nuestros azucares con los extranjeros en tiempo de paz; y esta
paz misma será una terrible crisi para dho. Ramo
. Por
supuesto no hay que esperar que Mexico entonces nos reintegre de
nuestros situados caídos; y los corrientes serán
cercenados por razones que no se ocultan á V. S. Tampoco
debemos contar con remesas de particulares como en otros tiempos;
por que aun sin el motivo de la guerra yá los comerciantes
de Nva. España se iban disgustando del negocio de estos
azucares; y además no ignoran las utilidades que por
algunos años les ofrecerá en España el
dinero en especie metálica. Los dueños de Ingenios
en su mayor parte necesitan de refaccion ó
habilitación; por que asi lo exigen estas fincas colosales
y envejecidos usos de la Plaza de la Havana. Los cafetales
distraen gran numero de los capitalistas. Nuestros
comerciantes están desanimados; extenuados por la guerra,
por las falencias de los hacendados, y por que á
excepción de un corto trafico interior no se hace
ningún comercio por los Españoles desde que los
extranjeros han encontrado el secreto pernicioso de no dejar
aquí ni aun minimo probecho de las consignaciones y
comisiones.
Y por este tener está sobradamente
indicado, que á la paz, ni a lo largo del tiempo
después, los dueños de Ingenios no hallarán
refacciones mucho mas fáciles; ni mejores que en el dia
que son nulas ó fatales.

Al publicarse la paz se retiran los neutrales. Nuestros
armadores y cargadores á Indias están alquilados
ellos y sus naves. Lo pocos que se habiliten, invitados por
espediciones menos aventuradas al Continente ( temerosos de la
continuación de los permisos exclusivos para la harina y
viveres, y con la idea, cierta ó exagerada de que hemos
hecho respuesto para muchos años durante el Comercio de
neutrales; es natural que no vengan sino en corto numero.
Aquí no hay embarcaciones Españolas no obstante
haberse naturalizado 553 desde que se recibió la Real
Orden de 14 de Diciembre de 1794 por que á V.S. le consta
lo qe. há ocurrido een esto. ¿Dónde
hallaremos, pues, las 63 000 toneladas de cavida poco mas
ó menos ocupan nuestras exportaciones? ¿y
quién nos traerá lo muchisimo que necesitamos de
afuera? Prorrogar ilimitadamente el comercio directo con los
extranjeros no es concedido á las Autoridades de
acá, y seria lo mismo que no restablecer jamás el
nuestro. T exterminarlo al cabo. Prorrogarlo por cierto tiempo no
és un remedio
. El celo de V. S. y sus luces unidas
á los de la Junta Consular, no dejaran de hallar algunos
de los que están muy á su inmediato alcance, y
otros que proponer al Gobierno, y á la Intendencia para
prevenir este nuevo mal inminente; mas yo de mi parte confieso
que en el todo no me parece fácil por ahora, mientras que
por otro lado me lléno de temores al contemplar la
estancación, carestia de fletamentos, 7y demás
enexplicables consecuencias de este solo golpe contra el ramo de
azúcar que tantos otros há llevado y
llevará.

Quizas parecerá que miro el asunto en question,
con demasiada melancolía; y aun yó mismo no estoy
lexos de creerlo asi, y de persuadirme que mi corta comprehension
no alcanza las inagotables y félices recursos que suelen
hallar el interés y la necesidad para mayores conflictos;
pero tal vez lo salva toda una reflexión con que voy
á concluir es papel, que no seria tan difuso si yo creyese
que había de obrar solo en el animo de V. S. y del
Consulado.

Supongamos por un momento que esta decadencia no es
tanta como se ha imaginado, ni el peligro tan extremo, siempre
resultará cierto, hasta el punto de innegable, que uno y
otro existe en mayor ó menor grado, que es necesario
ocurrir á reparar y á contener; que además,
hay un inmenso campo á mejoras y adelantamientos en las
quatro quintas partes de la Isla que restan por cultivar; que
este resto excelente es como una mina en bonanza y por excavar,
en cuyo cotejo serian inferiores las de plata y oro de Mexico y
del Perú; que el Estado empobrecido necesita de todo
aprovechamiento; que en el sistema y circunstancias actuales, y
en las que por el orden regular sobrevendrán. No se pueden
hacer aquellas reparaciones de estas mejoras, que el café
no puede ocuparlo todo, y tendrá también su
decadencia quando se llenen en Europa las medidas del consumo,
que el mejor, y acáso único, medio de aumentar este
consumo, ahora por el azúcar, y á su tiempo para el
café mismo, será poder vender ambos frutos á
precio muy baxo, para que como cosa buena y barata lo gaste por
allá sin economía la multitud pobre. Que para esto
es preciso aliviar mucho de costos y embarazos su cultivo y su
expéndio; que la menor trava que se quite y el menor
impulso que se dé á la agricultura y al Comercio
son beneficios públicos de una trascendencia infinita; y
que en este seguro concepto los trabajos y solicitudes de V.S. y
del consulado que remediasen un mal presente y positivo y
previniese otro inminente de cualquier tamaño que fuese,
produciéndonos al mismo tiempo un bien inestimable de que
carecemos y necesitamos, serian por una parte muy dignos del
instituto de este Cuerpo Patriótico, y por otra el mejor
comprobante de que no puede haber engaño en mi
opinión afirmativa; asi como en la contraria cáben
un peligro y un daño igualmente infinito por poco que en
élla se faltase el acierto.

Dios gue. á V.S. muchos años. Havana 19 de
mayo de 1807.

Diego Jph. De Sedano

Boletín del Archivo Nacional. Publicación
Bimestral. Enero-diciembre. Tomo LV. La Habana 1957.
Páginas: 18-27.

 

 

 

Autor:

Carlos Santiago Coll Ruiz

Archivo Histórico Provincial. Santa Clara. Villa
Clara. Cuba.

[1] Historia de la colonia. Evolución
socioeconómica y formación nacional. De los
orígenes hasta 1868.María del Carmen Barcia.
Gloria García y Eduardo Torres Cuevas. Editora
Política. La Habana, 1994. Pág. 180

[2] Historia Económica de Cuba. Julio
Leriverend. I.C.L. Editorial Pueblo y Educación.
Pág. 3

[3] Historia Económica de Cuba. Julio
Leriverend. I.C.L. Editorial Pueblo y Educación.
Pág. 5.

[4] Historia de la colonia. Evolución
socioeconómica y formación nacional. De los
orígenes hasta 1868.María del Carmen Barcia.
Gloria García y Eduardo Torres Cuevas. Editora
Política. La Habana, 1994. Pág. 150

[5] Camagüey (Biografía de una
Provincia). Academia de Historia de Cuba. Mary Cruz de Del
Pino. La Habana, 1953. Pág. 51-52.

[6] Historia Económica de Cuba. Julio
Leriverend. I.C.L. Editorial Pueblo y Educación.
Pág. 51

[7] Historia Económica de Cuba. Julio
Leriverend. I.C.L. Editorial Pueblo y Educación. P

[8] Historia de la colonia. Evolución
socioeconómica y formación nacional. De los
orígenes hasta 1868.María del Carmen Barcia.
Gloria García y Eduardo Torres Cuevas. Editora
Política. La Habana, Pág. 278

[9] Enciclopedia Jurídica
Española. Tomo XVIII. Francisco Seix, Editor. Barcelona.
España, 1910. Pág. 425

[10] Historia Económica de Cuba. Julio
Leriverend. I.C.L. Editorial Pueblo y Educación.
Pág. 78

[11] Historia Económica de Cuba. Julio
Leriverend. I.C.L. Editorial Pueblo y Educación.
Pág. 78.

[12] Historia Económica de Cuba. Julio
Leriverend. I.C.L. Editorial Pueblo y Educación. Pag.
78.

[13] Historia Económica de Cuba. Julio
Leriverend. I.C.L. Editorial Pueblo y Educación.
Pág. 144

Partes: 1, 2
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